LA DECISIÓN

Marina Pessoa salió esta mañana a darse un paseo. Estaba harta de trabajar poniéndole voz a gente que despreciaba. Y mi voz, ¿quién habla por mí? se preguntaba. Silencio de muerte, se contestaba. Esto la carcomía. 

Marina Pessoa sabía que no le quedaba mucho tiempo. Debía actuar rápido y con decisión. 

Entró en una ferretería y compró unas tenazas.

Atacó a la primera persona que se cruzó en la calle, era un viejo pescadero, ya jubilado, con una buena pensión que salía todos los días a tomarse un café al bar del barrio perdido.

La novela de la vida de Marina Pessoa empezó a escribirse en ese instante.

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