CARAMBOLA o el por qué de mi nueva amistad con Nietzsche


Necesitaba subirme a un escenario ya y resuelvo ir directa al grano: comienzo ensayos de un texto de O´Neill, el LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE. Todo va bien, lento, eso sí, (es marca de la casa, no acelerar lo que no controlo). Y sigo mi vida,  a la que poco a poco voy incorporando ensayos,  trabajos con la versión del texto, estudio del autor,  lectura de sus otras obras...

Y voy cayendo... lentamente...  en el tiempo... tan caluroso... en el espacio ...en este Madrid tan duro...

Y estoy a punto de convertirme en agua, también podría decir que estoy a punto de licuarme, de deshacerme, sí, de dejar de hacerme,  de dejar de ser lo que yo he construido para mí, lo que he edificado como mi YO.

Cuesta abajo o "caída libre" como diría Iria.

La verdad es que ni yo misma me aguanto, en este momento. No soporto mi agresividad, mi malhumor, mi odio total/absoluto a la Humanidad. Me observo nueva, distinta, sin careta, sin vendajes que oculten, estoy desnuda frente a mi verdad, ¿cual?

O´Neill leía mucho a Nietzsche, lo admiraba, ¿ah, sí? Pues veamos qué dice.

Y aparece "Así hablaba Zaratustra".  Aparece Nietzsche, como parte de la jugada de billar que el destino me tiene preparada.  Nietzsche es la carambola. La bola que se mueve cuando mueves otra bola. Es lo inesperado:

"¡Mirad a los buenos y justos! ¿Quien suscita su odio más enconado? El que rompe las tablas de sus valores, el despreciador, el corruptor, esto es, el hombre creador." (Esto es de Nietzsche, claro)

Y Nietzsche me consuela, oigo que me dice, es tu hombre creador luchando por salir, por romper los moldes viejos que te aprisionan, ¡adelante! atrévete con lo que crees que es el mal, atrévete con tus pensamientos reales... 

también me lo dice mi terapeuta...




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