Me llama la atención la naturaleza de la envidia porque siendo envidia con toda su sustancia, puede manifestarse de forma muy contradictoria. Me explico: envidiar, en esencia, es querer poseer lo que tiene otro, ¿no? "Ay, ojalá fuera eso mío", "Ojalá eso me pasase a mi" "Ojalá yo fuera así", etc, etc.
Bueno, ahora empieza el lío. Si uno quiere lo del otro porque le gusta, entonces:
A) puede creer que él no lo tiene porque no se lo merece (tenemos aquí al que se machaca)
B) puede pensar que él se lo merece mas pero es un incomprendido, el mundo es injusto y además él no ha tenido suerte jamás (aquí está la víctima)
C) también puede ser que su foco no lo ponga en si él mismo se lo merece o no, sino en si el otro se lo merece. (Aquí sale la mala hostia, " No, de ninguna manera, está claro, lo ha conseguido con malas artes, enchufes, favoritismos, etc.")
Por supuesto hay una larga cadena de variantes que salen de mezclar estos tres tipos, pero lo que nos interesa ver es que en las 2 primeras opciones la envidia parece dañar al que la sufre, pero en la tercera se salta a degüello sobre el otro, sobre el envidiado haciéndole daño y normalmente despreciándolo.
A mi me parece que es esta la envidia que tiene tan mala prensa, la que hace a la envidia ser un sentimiento tan denostado e infravalorado.
Sin embargo la envidia en esencia no es más que un detector de maravillas, un descubridor de lo mejor, desvela a los ojos del que la posee lo mejor de cada cosa, encuentra las flores mas hermosas de cualquier jardín con una rapidez, economía e infalibilidad probadas.
Démosle una oportunidad a la envidia dejándole manifestarse en todas sus formas.
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