Un pó de tó

Me veo obligada a volver a mi blog, me he roto el dedo pequeño de mi pie derecho, ya no tengo disculpa, he de publicar un nuevo artículo...pero, ¿tengo algo que decir?...Uf, la verdad es que por cosas que no quede, voy a ponerlas en fila (como hace Adela con sus muñecos) y luego si me apetece vuelvo sobre cada una.

1-Estrenamos ya AMORTAL. Tenemos una buena función, lo sé, tiene algo muy importante y es que tiene muchos niveles de lectura, quizá, (esta es mi opinión) porque quienes la hacemos somos gente muy variopinta y hemos conseguido hacer un trabajo en equipo de verdad, hay algo esencial de cada uno de nosotros, y eso se nota.



2- ¿Por qué los políticos con la que está cayendo no se bajan los sueldos? ¡Todos! Cuando hablo de la que está cayendo no me refiero a la crisis, me refiero al descubrimiento que está haciéndose de los sobresueldos que, ellos tan listos, se han buscado para, aprovechando su clara ventaja sobre los demás trabajadores, incrementar el grupito de potentados vividores del lujo ciegos a cualquier realidad social. Ya sé que no son todos así, pero si tenéis un poquillo de decencia los que no sois delincuentes ¡bajaos los sueldos y dejaos de bajaros las bragas ante los pillos en busca de pedazos de pastel!. (para este apartado no tengo foto)


3- Joaquín, el frutero del Mercado de San Miguel ha sobrevivido al poder del capital. Los comerciantes del antiguo mercado fueron vendiendo poco a poco sus puestos a cambio de sustanciosas sumas de dinero a una empresa que tenía un proyecto de un mercado/bar, su negocio es más un bar que un mercado(Aunque siguen vendiendo viandas, de las de domingo). Supongo yo que para cambiar de finalidad el mercado hay que tener buenos, grandes y especiales amigos, aunque si uno tiene esperanza la cosa puede funcionar y Esperanza les acompañó en la inauguración. Pero, en fin, a lo que íbamos, el bueno de Joaquín, consiguió escapar de la quema y sigue en su puestito.
No sé como lo ha hecho, pero reconozcamos que tiene mérito ganarle la partida a la pasta. Quizá pedía demasiado o quizá, y prefiero creerme esto, amaba más su puesto, sus verduras y a sus clientes, Joaquín es el único frutero que yo conozco capaz de dejar el puesto vacío por llevarle la compra a una viejita.



¡Ay, Joaquín, quién fuera como tú!

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