Hace unos días, Samuel, mi sobrino de diez años (es el morenito de la foto de la entrada anterior) estaba con sus patines en el muelle de Cesures, mi pueblo. No se atrevía a tirarse por una cuesta y Jupe, mi hermana, que es un angelito, pero un angelito de verdad, de las que seguro que por su conciencia nunca haría daño a nadie, ni a nada, comenzó a animarle:
JUPE-¡Anda, Samuel, sé valiente y tírate, que tú puedes! (Léase esto con una bondad real, ¡repito!, real, no actuada)
SAMUEL-Bueno, luego, más tarde... (Léase esto otro, con toda la chulería del mundo, real también, no actuada)
JUPE-Venga, (De nuevo el angelito) si no te tiras ahora te vas a arrepentir, ¡venga, hombre, que tú puedes!
Y Samuel,... que realmente es el tío más chulito que hay sobre la tierra, coge aire, mira a su alrededor, levanta un brazo y, como si se estuviese despidiendo del mundo, se tira.
¿Os acordáis cuando El Quijote se pega la hostia al embestir a los molinos?. Pues dos días internado en el hospital, operación en la muñeca derecha, tardará al menos veinte días en recuperarse, no podrá hacer los exámenes de la tercera evaluación.
Yo soy cobarde por naturaleza, me refiero a que por mi naturaleza, es decir, por mi procedencia genética soy una cobarde; vamos, que ser cobarde me viene de familia. Lo reconocemos todos, y no nos chuleamos por ello, incluso nos da vergüenza.
A mí me gustaría ser valiente. Y me digo, "tengo que cambiar" Y hago esfuerzos, desde hace muchos años, muchos, muchos, para aprender a ser valiente y... nada, no me sale...no lo consigo. Sólo me consuela pensar que al menos soy valiente para admitir que soy una cobarde.
¿Soy cobarde o soy valiente?
1 comentario:
Pobre Samuel pero sobre todo pobre Jupe, no me cabe la menor duda de que ella lo ha pasado (o está pasando) peor que él.
Bessssssssssssssss.
Ch.
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