De tanto en cuanto leo a Shakespeare, difícil, porque a Shakespeare no se le puede leer como se lee una novela,en cuanto pasas de la cuarta línea emprendes una aventura arqueológica en tu empeño por descifrar el texto, lo que te acaba por convertir en una Indiana Jones del teatro.
¿Por qué?.Pues no lo sé, quizá porque Shakespeare vivió hace 400 años y la forma de hablar de sus personajes está caduca (frente a la vigogrosa vigencia de su forma de actuar); o quizá porque los traductores de Shakespeare están caducos en si mismos y ponen en boca de los personajes del dramaturgo palabras caducas y expresiones oxidadas.
Y es que con Shakespeare no veo más que dos opciones:
La A/ Coger el texto, ponerte de pie y buscar compañeros de juegos, un Horacio, un espectro, un Claudio etc. y entre todos intentar entender (puro teatro)
La B/ Coger el texto,esta vez el original en inglés y armarte con al menos tres traducciones, (a mi la de Astrana Marín que no me gusta nada para ser dicha me parece imprescindible, Valverde, Pujante o la Fundación Shakespeare)para poder entender lo que pasa e ir elaborando tu propia versión.
Shakespeare no quiere traducciones, exige versiones, actualizaciones hechas con libertad e inteligencia (indispensable); no traduzcas a Shakespeare, pierdes el tiempo, inspírate en él, como él hizo y encuentra tus creaciones
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